Últimamente he notado un fenómeno que me tiene preocupado como director técnico: los requerimientos de desarrollo están empezando a parecerse a prompts para ChatGPT. Sí, así como lo leen. Ideas lanzadas al aire, sin contexto, sin detalle, sin el mínimo esfuerzo por pensar en el proceso que hay detrás.
Antes (no tan antes, la verdad), cuando alguien necesitaba algo del equipo de desarrollo, se tomaban el trabajo de explicarlo. Te decían qué problema querían resolver, cómo lo hacían ahora, qué esperaban, incluso a veces dibujaban algo. Hoy en día, en cambio, parece que muchos se han acostumbrado a interactuar con una IA, y piensan que pedirle algo a un equipo humano funciona igual: lanzo una idea suelta, recibo algo, no me gusta, reformulo la petición. Repetir hasta obtener lo que esperaba (aunque no supiera explicarlo desde el principio).
¿Y saben qué? Con la IA eso está bien. Pero con personas, eso tiene un costo. Tiempo. Dinero. Y, sobre todo, desgaste emocional.
Porque cuando un equipo desarrolla una solución basada en lo que entendió del requerimiento —por muy ambiguo que sea— pone de su parte: tiempo de análisis, reuniones, horas de codificación, pruebas, validaciones. Y cuando al final te dicen «eso no era», el problema no es técnico, es humano. Porque no es que no se haya hecho bien. Es que no se sabía bien qué hacer desde el inicio.
No podemos seguir tratando a los equipos de desarrollo como si fueran un modelo generativo que puede iterar infinitamente sin consecuencias. Hay que volver a lo básico: pensar bien lo que se quiere, tomarse el tiempo de definirlo, involucrar a las personas clave y dejar claro el problema y el objetivo.
Los desarrolladores no somos adivinos. Y aunque nos adaptemos y aprendamos a leer entre líneas, seguimos siendo personas. Personas que se frustran, que se queman, que pierden la motivación cuando ven su trabajo descartado sin una razón clara más allá de “es que ahora lo pensé diferente”.
Este artículo es una invitación. Una invitación a quienes formulan requerimientos, ideas, mejoras o nuevas funcionalidades. Una invitación a recordar que cada línea de código nace de una conversación. Y que esas conversaciones deben ser claras, honestas y humanas.
No todo se resuelve con un prompt (al menos no al tratar con personas).
Últimos comentarios