Hoy he aprendido la que quizás sea una de las lecciones más grandes de mi vida, no me he aguantado las ganas de compartirlo con ustedes y aquí estoy, un sábado compartiendo mi experiencia.

Hace ya muchos meses (más de medio año), ocurrió un acontecimiento importante en mi vida; una persona decidió darme como presente una tarjeta de compra para ropa Tennis, como era mi personalidad (y aun lo es, espero cambie) le dije que ese no era el regalo que yo estaba esperando, en ese momento lo dije porque realmente esperaba un detalle mucho más elaborado que una simple tarjeta prepago para comprar ropa, pero hoy que me he enterado de los hechos que acontecieron en ese momento y el motivo por el cual me dio lo que para mí era una «simple tarjeta prepago» me siento muy mal, no voy a contar dichos hechos pero el punto al que quiero llegar es que uno nunca sabe el esfuerzo que realizan otras personas para dar detalles a otras.

En ese momento expresé lo que sentía y cometí un gran error que solo hoy, más de medio año después me doy cuenta, hoy me dijeron: «A caballo regalado no se le mira el colmillo» y me entere de lo sucedido en aquel momento, por eso mi conclusión y consejo en todo esto es que en muchas ocasiones es mejor callar lo que uno siente y no decirlo para evitar herir a las personas que muchas veces no tienen la culpa de lo que nos pasa y peor cuando no sabemos qué esfuerzo hacen para conseguir cosas importantes para nosotros.

Aquí les pongo ejemplos de la vida cotidiana en que lo que estoy diciendo tiene cabida.

1. Cuando estas esperando a alguien y llega retrasado, lo insultas o te pones de mal humor sin saber realmente que le ha pasado.

2. Cuando te levantas y tu madre, esposa o pariente te tiene preparado un desayuno con huevos y pan, te pones de mal genio por el «desayuno insignificante» pero no te preguntas que sucedió y por qué es ese el desayuno.

El mío en particular es:

3. Cuando alguien te da un regalo que a ti no te gusta y se lo dices sin saber el esfuerzo que ha hecho esa persona para tener un detalle contigo